PSICOPATOLOGÍA DE LA AFECTIVIDAD
Definiciones y conceptos básicos
Bases neurobiológicas de la respuesta emocional
Exploración clínica de la afectividad
Sintomatología afectiva
Autores:
- Calero Redrován María Gabriela
- Jara Montero Kristel Abigail
- Loor Durán Trajano Alexander
- Loor Toala Josselyn Adubel
- Zambrano León Karla de Jesús
RESUMEN
Dentro del presente trabajo de investigación de la
psicopatología de la afectividad profundizaremos en el hecho de que los seres
humanos están constituidos por emociones, sentimientos, motivaciones, intereses,
actitudes y habilidades, siendo estas características el medio de adaptación al
mundo que nos rodea y la vez constituyéndose factores de definición en la forma
de ser del individuo.
La psicopatología de la afectividad estudia el
sistema emocional o sentimental del individuo en general y a su vez engloba
diferentes funciones psíquicas como el estado de ánimo, los sentimientos, las
emociones, el humor, los afectos, etc. Estos términos suelen ser confusos
debido a que la concepción de emociones y sentimientos están ligadas
intrínsecamente, por ejemplo: la emoción se puede definir como un estado de
ánimo producido por impresiones de los sentidos mientras que los sentimientos
constituyen la experiencia subjetiva de la emoción y presentan una mayor duración.
Al referirnos a psicopatología de la afectividad nos
encontramos con determinada clase de
enfermedades patológicas que son originadas a nivel psíquico de acuerdo
a anomalías afectivas. Analizando la afectividad desde los diferentes enfoques
existentes tales como biológico, estructuralista, funcionalista, conductual,
cognitivo, psicoanalítico surge la posibilidad de englobar todas las
conceptualizaciones que resultan necesarias para entender y explicar las
alteraciones correspondientes a la afectividad.
Al finalizar esta indagación se llevó a cabo un
trabajo práctico en el que se aplicó las definiciones recopiladas por medio de
la investigación sobre los trastornos de la afectividad en un caso escrito y
además en el análisis de una película.
INTRODUCCIÓN
Se considera la afectividad como una facultad
psíquica, esta a su vez nos permite convertir experiencias en contenido
consciente y experimentar realidades tanto internas como externas dotando a las
experiencias de significados personales.
Por
otra parte los afectos se diferencian por su intensidad y tiempo de duración,
como los sentimientos y emociones, considerando a los sentimientos como
moderado y pasajeros de origen interno, mientras que las emociones se las
considera como breves e intensas y frecuentemente provocadas por estímulos
ambientales, otro termino aplicable a los afectos son los estados de ánimo y el
humor que son derivados de la situación fisiológica.
Nuestro interés
está en dar conocer sobre las funciones que cumple la afectividad y como esta a
su vez influye en nosotros, afecta nuestra conducta, motivaciones y
personalidad. Dentro de esta investigación se profundizará en sobre las
clasificaciones de los trastornos tanto de manera cualitativa como
cuantitativamente , sus funciones neurobiológicas y su repercusión sobre el
individuo además se analizará la afectividad desde los diferentes enfoques como
biológico: que proporciona explicaciones del comportamiento, la actuación o de
la experiencia en sistemas neuronales, funcionalista: que propone un modelo en
el que la reacción fisiológica ante el estímulo era la que provocaba la emoción.
conductual: nos hace mención en que una emoción es un pattern-reaction heredado
que contiene profundos cambios en los mecanismos corporales, sobre todo en
sistema límbico, cognitivo: es concebida, en términos de intercambios
funcionales, la conducta supone dos aspectos esenciales e interdependientes:
afectivo y cognoscitivo., psicoanalítico: Freud las consideraba como la
relación que las sitúa entre el límite de lo físico y lo psíquico. Además, para
una mejor comprensión del tema analizaremos el estudio del caso 14 donde
veremos el caso de una mujer casada con 38 años de edad con dos hijos que
comenzó a presentar una notable depresión después de su segundo parto al cual
considero no deseado misma que le provocó una profunda tristeza y la relego de
sus actividades como madre. De la misma manera el caso de la película Helen que
nos narra la historia de una mujer, una profesora de gran talento, con una
profunda depresión, que tras años de cuidados comienza a intentar valerse por
sí misma en casa de la familia de una adolescente desaparecida.
2. MARCO TEÓRICO
2.1 La afectividad
2.1.1 Origen de la afectividad
El
término Afectividad encuentra su origen
en:
La filosofía griega con Aristóteles, quien se refiere a las pasiones como movimiento del apetito sensitivo, incluyendo a las emociones, las motivaciones y otras manifestaciones afectivas.
·
En el mundo moderno se pensaba que las
emociones manifestaban lo más bajo del ser humano.
En el mundo Contemporáneo, el vitalismo filosófico comenzó a exaltar el mundo de lo afectivo e identificándolo con lo irracional del ser humano, de tal modo que el principio cartesiano "pienso luego existo" se sustituye por el principio vitalista "siento luego existo", así gracias a la Afectividad la vida no es un simple estar en el mundo sino un compromiso esencial por parte del sujeto.
2.1.2 Definición
Sarrais
concibe a la afectividad como la facultad psíquica por la que las vivencias
conscientes
nos
afectan. Las vivencias pueden ser percepciones, imaginaciones, recuerdos,
pensamientos, deseos y comportamientos y permiten convertir en experiencia
interna cualquier contenido de conciencia.
Uriarte
define a la afectividad como un estado de ánimo que pasa en constante
movimiento en la persona y constituye modalidades de reacción frente al mundo.
Desde
un punto de vista clínico, entendemos por afectividad el conjunto de
experiencias que definen y delimitan la vida emocional del individuo. Está
constituida por diferentes elementos, como los sentimientos, las emociones, los
deseos y otros estados que definiremos posteriormente. Por tanto, la
afectividad representa el conjunto de estados y pasiones del ánimo que el
individuo vive de forma personal y subjetiva, que trascienden su personalidad y
conducta, especialmente en su capacidad de comunicación y que, por lo general,
se distribuyen entre dos polos opuestos y extremos.
2.1.3. Funciones de la Afectividad
Sarrais
nos menciona que las funciones de la afectividad son las siguientes:
1.
Fuente de conocimiento: informa de que algo es positivo o negativo para
nosotros.
2.
Impulso a la acción: para hacer algo que nos hace sentir bien o para
evitar algo que nos hace sentir mal.
Así
pues, la afectividad es fuente de conocimiento, pues nos da a conocer que una
cosa nos afecta, nos influye, nos interpela. Además, nos dice si nos afecta positiva
o negativamente, según sea el signo del afecto que despierta en nosotros. Por
ejemplo, sentir miedo nos indica que la afectividad capta la realidad presente
como peligrosa.
2.1.4. Importancia de la Afectividad
La importancia de la afectividad dentro de la
totalidad de la personalidad radica:
✓ En que un elevado porcentaje de nuestras acciones
no es el resultado de razonamientos sino de estados afectivos.
✓ En que algunas de las decisiones más importantes:
profesión, matrimonio, están fuertemente condicionadas por nuestra afectividad.
2.1.5. Características de la afectividad
Los fenómenos
afectivos se caracterizan por:
- Ser subjetivos: La afectividad convierte toda experiencia en vivencia interna. La manera como se viva una experiencia va a depender tanto del estímulo como de factores personales de quien la experimenta, como por ejemplo el temperamento, que se define como el estilo individual característico de acercarse y reaccionar ante las personas y las situaciones, que implica un componente biológico de la personalidad.
- Espontáneos: Los afectos surgen como reacción o resultado de la relación entre el individuo y su medio. Son involuntarios, por lo tanto no son ni buenos ni malos. Al trabajar con personas en general y especialmente con adolescentes y tratar de entender sus comportamientos, se debe tener presente que detrás de cada conducta existe un fundamento emocional que motiva a actuar de esa manera.
- Bipolares: lo que implica que se mueven de un polo a otro, según tres dimensiones, agradables o desagradables, generen placer o rechazo e intensos o neutros.
- Universales: Los afectos son universales en su forma de expresión. En cualquier parte del mundo la alegría o la tristeza que una persona experimenta es reconocible aunque no se entienda el idioma que habla o aunque no exprese palabras.
2.2 Definición de conceptos básicos
EMOCIÓN
Se
puede definir a la emoción como un estado de ánimo que se produce por
impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos que se traduce con frecuencia en
gestos, actitudes u otras formas de expresión. El miedo, la angustia, la rabia
o la cólera son ejemplos de emociones. Son sentimientos intensos, de duración
breve y de aparecen normalmente de forma abrupta, acompañada de síntomas
físicos (generalmente del sistema nervioso vegetativo).
En términos psicopatológicos el
concepto de emoción implica la existencia de varios elementos:
● Apreciaciones
cognitivas de la situación
● Estados
sentimentales subjetivos
● Alteraciones
fisiológicas
● Tendencias
motivacionales
● Comportamiento
expresivo
● Conducta instrumental
SENTIMIENTOS
Constituyen
la experiencia subjetiva de la emoción, presentan una mayor duración y no se
acompañan del amplio abanico de síntomas vegetativos que ocurren en las
emociones.
No
es fácil encontrar en la literatura científica una definición clara de
sentimiento.
«Con
respecto a la palabra y al concepto sentimiento impera una falta de claridad
sobre el sentido de la palabra en los casos especiales. Ordinariamente se llama
sentimiento a todo lo psíquico que no se puede poner en el mismo plano con los
fenómenos de la conciencia del objeto ni con los movimientos instintivos y los
actos de la voluntad. Todas las formaciones psíquicas no desarrolladas,
obscuras, todo lo impalpable, lo que escapa al análisis, se llama sentimiento;
en una palabra, sentimiento es todo lo que no se sabe llamar de otro modo» (K, 1993)
En las fuentes patológicas se lo emplea como
sinónimo de estado afectivo, y en la fenomenología se los considera como el
principal término afectivos, de modo que la emoción sería descrita como un
sentimiento elemental. Constituyen la experiencia subjetiva de la emoción.
AFECTO
El DSM-5 define los afectos como «patrón de comportamientos
observables, que es la expresión de los sentimientos experimentados
subjetivamente» (emoción). Por tanto, este término señala el conjunto de los
sentimientos.
El afecto puede o no ser congruente con el humor. La tristeza, la
alegría o la irritabilidad constituyen ejemplos de afectos en lenguaje
psicopatológico. El término afecto se refiere a cambios más fluctuantes que
otras funciones psíquicas y puede variar considerablemente según una amplia
gama de afectos.
HUMOR O ESTADO DE ÁNIMO
El término humor o estado de ánimo se refiere a un estado
emocional más generalizado y persistente que los afectos (más fluctuantes). Es
un tipo de función psíquica de instauración más lenta y progresiva que las
emociones que delimita el tono sostenido de sentimientos que prevalece con el
tiempo en un paciente. Este estado puede durar horas, semanas e incluso meses,
y es más estable y persistente que el resto de los afectos analizados. La
aparición de un estado de ánimo puede ser espontánea o presentarse precedida de
estímulos concretos.
Existen diferentes tipos de estados de ánimo:
●
Deprimido: Estado de ánimo bajo, como la tristeza
●
Disfórico: Estado de ánimo desagradable con predominio de la sensación de
malestar.
●
Elevado: Ánimo elevado con sentimiento exagerado de bienestar, euforia o
alegría.
●
Eutímico: Ánimo normal
●
Expansivo: Ausencia de control sobre la expresión de los propios sentimientos
con tendencia a la desinhibición.
● Irritable: Fácilmente enojado.
3. Enfoques teóricos
3.1 Biológico de la afectividad
3.1.1 Neurobiología de la afectividad
La neurobiología proporciona explicaciones del
comportamiento, la actuación o de la experiencia en sistemas neuronales o en
células individuales. Las modernas técnicas de investigación permiten
reproducir modelos fisiopatológicos, no sólo de trastornos afectivos, sino también
de emociones normales. Este elemento de estudio es fundamental para comprender
la complejidad del funcionamiento de nuestro SNC.En los últimos años, el
estudio del cerebro se ha dirigido preferentemente al campo de los trastornos
psiquiátricos y no tanto hacia el análisis de la psicopatología más
fisiológica. Entre otros aspectos, esto se debe a que la neuropsicología actual
y la neurociencia cognitiva se enfocan hacia el conocimiento de los niveles
superiores de procesamiento y función del SNC, y estas áreas suelen implicarse
en los signos y síntomas de las enfermedades psiquiátricas. El sustrato
neurobiológico de la afectividad en su conjunto se asienta en el cerebro;
incluso la teoría clásica de la emoción en el cerebro humano era básicamente
una hipótesis anatómica.
En la actualidad, sabemos que las bases biológicas más
directamente relacionadas con la afectividad son el rinencéfalo, el sistema
límbico, el hipocampo, el locus coeruleus, la amígdala, el septum, el cíngulo,
el hipotálamo y las cortezas de los lóbulos temporal y frontal.
(Papez, 1930) estudió animales
decorticados y, observando la expresión de «falsa rabia» que presentaban,
sugirió que las áreas que se proyectan al hipotálamo serían esenciales para la
experiencia de la emoción. Las emociones se identificaron con proyecciones
sensoriales hacia el sistema límbico.
En España, durante la década de
1950, diversos autores, entre los que destacaba Pi Suñer, consideraban el
sistema límbico como el sustrato anatómico de la emocionabilidad. La aparente
especificidad del virus de la rabia por el sistema límbico, con su repercusión
clínica en fases iniciales (episodios de rabia, furia o terror), o el estudio
del papel del lóbulo temporal en la epilepsia psicomotora, constituyen
fenómenos relevantes en la emoción normal y en sus alteraciones.
Más recientemente, y tras diversas investigaciones
centradas en el aprendizaje y en el comportamiento tras una amigdalectomía, se
ha llegado a la conclusión de que la amígdala es la estructura clave en la
asignación de significado motivacional a los estímulos; incluso este papel
puede ser independiente de la corteza (Adolphs y cols., 2011).
En la actualidad, se considera que la amígdala desempeña
un papel central en el condicionamiento y el procesamiento emocional en
general, tanto desde la perspectiva de las emociones fisiológicas como
en el estudio de las alteraciones emocionales que aparecen en los
trastornos clínicos de la afectividad.
Parece existir una cierta especificidad de la amígdala
por la identificación de estímulos emocionalmente negativos ya que, entre otras
circunstancias, diversos estudios de resonancia magnética funcional (RMf) han demostrado que la amígdala puede marcar la
diferencia entre una cara temerosa enmascarada con un rostro neutro y una cara
feliz enmascarada (Whalen y cols., 1998).
En los últimos años, se ha conseguido inducir humor
positivo o negativo en voluntarios sanos tras la activación o desactivación de
distintas áreas cerebrales. Así, se ha constatado que la corteza frontal
inferior y la corteza temporal presentaban una implicación relevante en este
fenómeno, incluso en mayor medida que otras estructuras subcorticales como la
amígdala. Las lesiones restringidas a la corteza frontal temporal no parecen
tener repercusiones significativas en las exploraciones psicométricas que
evalúan funciones cognoscitivas superiores, aunque tienen una gran repercusión
sobre la conducta en general.
(Damasio, 1995), ha intentado estudiar este fenómeno diferenciando entre
un sentimiento de fondo y las emociones extremas. Diversos experimentos en
animales han demostrado que los estímulos reforzantes primarios, como el gusto,
por ejemplo, se encuentran representados en un área sensorial secundaria
englobada dentro de la corteza frontal inferior.
(Hornak, 1996) y otros autores han constatado que tras lesiones en estas
zonas aparecen no sólo alteraciones en actividades ejecutivas o sociales, sino
también afectación de las experiencias subjetivas de las emociones. En resumen,
podemos señalar que tanto la amígdala como la corteza prefrontal inferior
desempeñan un papel relevante en la neurobiología de las emociones fisiológicas
y, por tanto, son elementos claves en la fisiopatología de los trastornos
afectivos en general.
Diversos autores estudiaron, mediante técnicas de
neuroimagen funcional, el sustrato de un paradigma caracterizado por los
recuerdos autobiográficos que inducían tristeza. Observaron cómo estos
recuerdos se relacionaban con un incremento en la actividad de las regiones
límbicas ventrales y paralímbicas (región del cíngulo anterior inferior, región
anterior de la ínsula y el cerebelo). Asimismo, constataron disminución de la
actividad en regiones neocorticales (región prefrontal derecha, región parietal
inferior y región posterior del cíngulo) (Mayberg y cols. & cols., 2000).
Este patrón
neurobiológico también se ha encontrado en pacientes con trastornos
neurológicos y depresión. De todo ello se deduce que existen dos áreas
importantes en la modulación del afecto: el circuito orbitofrontal, subcortical
frontal y el fascículo uncinado (Mayberg,
2002; 2003).
Por lo tanto, los circuitos frontales-subcorticales, y
específicamente las conexiones del lóbulo frontal con el sistema límbico,
tienen un papel importante en el desarrollo de síntomas afectivos,
especialmente de tipo depresivo. Mayberg ha propuesto dividir las estructuras
relacionadas con la regulación del estado de ánimo en dos compartimentos: uno
límbico-ventral y otro cortical-dorsal. Este segundo compartimento incluye
estructuras neocorticales que analizan los aspectos cognoscitivos negativos de
la depresión como la apatía, la inhibición motora o las alteraciones de la
atención. El sistema límbico-ventral incluye, principalmente, regiones límbicas
y paralímbicas que intervienen en las alteraciones circadianas, somáticas y
neurovegetativas.
En la actualidad, se considera que los sistemas
neurotransmisores serotoninérgico, dopaminérgico y noradrenérgico tienen un
papel fundamental en la regulación afectiva, aunque la mayoría de hallazgos se
centran en estados patológicos o en rasgos temperamentales, como la
impulsividad o la búsqueda de sensaciones. Es evidente que en el análisis de
las emociones normales participan diversos elementos psicosociales, como la
edad, el temperamento, el sexo, las relaciones sociales y familiares, el nivel
socioeconómico, las experiencias tempranas o incluso la posible existencia de
distorsiones cognoscitivas relacionadas con la personalidad.
3.2 Enfoques psicológicos de la afectividad
3.2.1
Enfoque funcionalista
James-Lange
(1884-87) intenta explicar el origen de uno de los componentes de la emoción:
las experiencias subjetivas o sentimientos, que serían una consecuencia de los
cambios fisiológicos, otro de los componentes de la emoción. Nos propone que
después de la percepción de un estímulo (una mala noticia, un imprevisto
diario, recibir un regalo) se generan unas respuestas fisiológicas y motoras, y
son aquellas las que noss producen la experiencia del sentimiento, y no al
contrario. La activación fisiológica es una condición necesaria para la
existencia de una respuesta emocional, que tendría un patrón fisiológico
específico.
La teoría de
James-Lange propone que la corteza cerebral recibe e interpreta los estímulos
sensoriales que provocan emoción, produciendo cambios en los órganos viscerales
a través del sistema nervioso autónomo y en los músculos del esqueleto a través
del sistema nervioso somático; establece que, como respuesta a las experiencias
y estímulos, el sistema nervioso autónomo crea respuestas fisiológicas a partir
de las cuales se crean las emociones.
Lange incluso llegó a afirmar que los cambios
vasomotores eran las emociones y la solución que ofreció daba énfasis en la
secuencia estímulo-sentimiento, en que la retroalimentación de las contestaciones
determina el sentimiento.
3.2.2
Enfoque Cognitivo
Las
teorías cognitivas coinciden todas ellas en la importancia que atribuyen a la
interpretación que las personas hacen de la situación emocional, si bien es por
aquello que tienen numerosos seguidores desde siglos pasados.
George Mandler
nos define que la
experiencia emocional es una experiencia consciente y tienen
dos procesos necesarios: una
actividad cognitiva, de carácter evaluativo, sobre el significado de la
situación y una percepción de activación fisiológica. Esta actividad cognitiva,
o proceso de análisis, además de ser responsable de la cualidad emocional, podría desencadenar activación autonómica; sin embargo, es la interrupción de planes de conducta y de
acción la fuente más importante de
activación fisiológica, en pocas palabras la experiencia emocional se
construye desde los valores, tanto positivos como negativos y a partir de las
cogniciones que genera la interrupción de planes y acciones.
Solomon
por otro lado define que las emociones son juicios normativos y frecuentemente
morales. En otras palabras, tener una emoción es
realizar un juicio normativo acerca de la situación presente, pero el objeto de
una emoción no puede ser simplemente un hecho: el objeto emocional únicamente
puede ser caracterizado de modo completo como objeto de mi emoción. Esto quiere
decir que un evento o la mera percepción de un evento no es suficiente para
producir una emoción: ésta involucra necesariamente una evaluación personal de
la significación del incidente.
Su
perspectiva cognitiva representa un desafío a la división tajante entre
emociones y racionalidad, rechazando la concepción ampliamente aceptada de que
las emociones son involuntarias e irracionales. En particular, afirma que somos
responsables de nuestras emociones, impugnando fundamentalmente la alternativa
que utiliza a las emociones como excusas, como fenómenos que sufrimos, que
simplemente nos suceden, que atravesamos con completa pasividad, haciendo
imposible la atribución de responsabilidad.
3.2.3 Enfoque Psicoanalítico
Freud
en su elaboración de la teoría psicoanalítica resumió en una palabra, libido,
para expresar la energía de los afectos, que constituyen nuestra realidad psíquica,
y que resume, en su sentido amplio, con la palabra amor que configuraría la
energía que activa y dinamiza nuestros deseos, en definitiva, con la vida.
En
nosotros la libido se manifiesta de manera distinta a los animales y a este
empuje el psicoanálisis le llama pulsiones y que no obedece a pautas prefijadas
hereditarias y son más flexibles y plásticas.
Freud
las consideraba como la relación que las sitúa entre el límite de lo físico y
lo psíquico. Su importancia está en que se desarrollan en los primeros años de
nuestra vida en la que se organiza la estructura de nuestros deseos y sus
elecciones, los objetos de satisfacción, aquellos que amamos u odiamos. Es lo
que se le ha denominado la psicosexualidad.
Freud
redujo todas las emociones y sentimientos en dos afectos principales: placer y
displacer (o dolor). El placer se produce por la satisfacción de la necesidad y
del deseo, mientras que el displacer por la frustración.
Los
instintos de origen somático cargarían constantemente un sistema neuronal
produciendo una tensión que provocaría el displacer y su descarga el placer.
Posteriormente reconoció que en algunos casos el aumento de la tensión puede
también ser placentero. El displacer sería el origen de la repulsión (odio)
mientras que el placer de la atracción (amor). Otros afectos se derivarían de
esos dos afectos principales.
3.2.4 Enfoque
Conductista
Otra teoría psicológica de la emoción es la elaborada por los
conductistas. El precursor es W. James (1890), quien critica las entidades
psíquicas de las emociones cartesianas. En su opinión, las emociones son un
puro resultado de algunos cambios fisiológicos; por eso, sostiene, que estamos
tristes porque lloramos, y no al revés, es decir, no lloramos porque estemos
tristes. Ciertamente, el llanto está causado, a su vez, por la percepción de un
objeto que hace llorar, pero esta percepción no forma parte de la emoción, sino
que la precede.
Según J. B. Watson, el padre del conductismo, una emoción es un
patrón de reacción heredado que contiene profundos cambios en los mecanismos
corporales, sobre todo en sistema límbico. Este pattern-reaction se modifica
muy pronto, por eso en los adultos es difícil distinguir una emoción de otra o
una emoción de un sentimiento no emotivo.
Watson reduce todas las emociones a los pattern-reaction del
recién nacido y estos, a su vez, a las reacciones provocadas por los cambios
fisiológicos. El miedo, la rabia, el amor (este último entendido en sentido
freudiano de libido) constituyen los tres tipos de modificación que se producen
en el niño; y de estos tres, solo el miedo y la rabia son emociones. Puesto que
la emoción consiste en una simple reacción, lo que causa la emoción es la
situación. Ante la misma situación, concluye este psicólogo, la emoción es más
o menos la misma, pues los cambios fisiológicos son los mismos.
4. Exploración clínica de la afectividad
Según
Vallejo (2011) el proceso de evaluación de la afectividad es una de las tareas
más complejas que puede realizar un médico. Ya han sido abordadas algunas de las
concepciones de esta exploración, por lo cual procederemos a centrarnos solo en
los aspectos más destacados. Los afectos han sido definidos como poseedores de
una doble vertiente, subjetiva y objetiva: debido a que son experimentados
interiormente y son manifestados en el mundo exterior. Por lo cual todos los
síntomas afectivos son recolectados a partir de las expresiones verbales del
enfermo y deducidos por medio de la actitud y de la conducta. En todos los
casos lo que se intenta hacer es conocer el estado de ánimo, la reactividad del
humor, los matices y la diversidad de expresiones que presenta el paciente. En
la exploración de la afectividad también se incluye el recoger datos
psicopatológicos correspondientes a otras áreas interrelacionadas con la afectividad
y que amplificarán nuestras impresiones, tales como la psicomotricidad, las
funciones cognitivas, la exploración del curso o del contenido del pensamiento.
Es relevante recordar que la exploración de la afectividad nos conlleva
obligadamente como en cualquier otra área de la psicopatología a llevar a cabo
una valoración a nivel semiológico de cada una de las funciones psíquicas del
sujeto.
La
exploración psicopatológica de la afectividad se basa en los datos subjetivos
referidos por el paciente sobre sus sentimientos, estados de ánimo, afectos o
emociones predominantes, pero también incluyendo aspectos más objetivos como la
apariencia externa, la conducta motora, la expresividad o la actitud durante la
entrevista y además también se debe tratar de delimitar las características del
humor del individuo bajo exploración. Una de estas características es la forma
de aparición, relacionada o no relacionada con un estímulo
concreto o con algún patrón de curso (ritmicidad estacional o circadiana). La
información que debe recogerse sobre el estado de ánimo que posee un paciente
incluye: profundidad, intensidad, duración y fluctuaciones del mismo.
- La intensidad está relacionada con la proporcionalidad, o sea la posible relación de un estímulo desencadenante cuando éste existe. Por ejemplo, las conductas evitativas y los síntomas afectivos que surgen en cuadros de fobias concretas constituyen emociones desproporcionadas ante los estímulos desencadenantes.
- La irradiación afectiva también es otro factor que se debe tener en cuenta y esta se refiere a la capacidad que tiene el sujeto de empatizar con su entorno y que está mediatizada por su estado de ánimo. Un paciente maníaco puede mostrar una irradiación afectiva que contagia y produce sonrisas y buen humor y, sin embargo, la hiperfrenia de un cuadro esquizofrénico no comunica esta sensación agradable
- La reactividad del estado de ánimo en relación con estímulos agradables, es otro aspecto al que se debe prestar atención, esta traduce una capacidad hedónica continua. La reactividad del humor debe ser necesariamente recogida, así como también las potenciales fluctuaciones anímicas que el paciente muestre. Durante la entrevista se puede estimar esta reactividad observando los cambios en la respuesta afectiva del paciente a los diversos temas, por ejemplo, notar una risa sincera ante una broma. Existen veces en las que el paciente verbaliza de manera espontánea su estado de ánimo, pero también hay otras situaciones en las que se debe preguntar y, otras veces inferir a partir de las observaciones de su lenguaje corporal, no verbal.
- El paciente puede referirse a su estado de ánimo de muy diferentes maneras, por ejemplo, ansioso, angustiado, eufórico, triste, enfurecido o enfadado. No se debe tener miedo a realizar preguntas sobre temas que puedan resultar difíciles o vergonzosos para el paciente. El humor puede ser lábil, fluctuante o alternativo de un extremo a otro. Con anterioridad hemos visto términos que definen alteraciones de los afectos en cuanto a su intensidad, específicamente en correspondencia con su profundidad (embotado, aplanado, restringido, etc.). Un aspecto importante de la exploración radica en tratar de estimar los posibles conflictos del paciente para iniciar, mantener o concluir una respuesta emocional, así como también valorar el grado de adecuación de los afectos en el contexto de la cuestión que se está tratando. Por ejemplo, un paciente deprimido que verbaliza un estado de ánimo triste y desesperanzado ha de presentar por lo tanto un grado de respuesta emocional restringido y adecuado a esa inhibición del tono vital. No es extraño encontrar pacientes que relacionan su estado de ánimo con causas concretas, tanto externas como internas. Esta atribución puede estar deformada e incluso puede estar originada por la opinión de sujetos de su entorno, incluyendo otros profesionales. Por esta razón, es necesario intentar delimitar la posible existencia de estímulos desencadenantes, tanto totales como parciales, como también recoger las pruebas de esta relación y además analizar datos psicobiográficos del paciente que nos corroboren esta circunstancia. Otro dato significativo es establecer los síntomas somáticos que acompañan al estado afectivo como las alteraciones del apetito, del sueño, de la libido u otros malestares físicos. La posible correlación de estos síntomas con los síntomas afectivos también contribuye con datos importantes.
5. Sintomatología afectiva
Para poder abordar la sintomatología de la
afectividad, se consultó la información proporcionada por cuatro autores:
Sarrais, Vallejo, Uriarte y Segarra.
Para Sarrais en todas las enfermedades mentales la
afectividad se ven impactadas en mayor o menor medida, dividiendo así en dos
grupos: distimias y paratimias.
El prefijo dis significa ‘malo’ y es sinónimo de alteración
o defecto. El sufijo timia deriva del término griego θύμός (thymós) que, además
de significar ‘alma, corazón, deseo, vida’, sirve para designar un órgano
intratorácico, el timo, al que se tenía antigua mente como el lugar de origen
de los afectos. Por lo tanto la causa de las distimias sería una alteración del
humor básico, es decir un sinónimo de los sentimientos.
El prefijo para deriva del griego παρά (pará), que
significa ‘al margen de’, ‘junto a’ o ‘contra’. Él terminó paratimia viene a
significar ‘reacción emocional distinta de la normal o fuera de lo normal’. Así́
pues, las paratimias son alteraciones de las emociones, o por una intensidad
anormal o por una cualidad extraña. (Fernando, 2016)
Uriarte nos presenta una clasificación más general
acerca de las alteraciones de la afectividad, en contraposición a Sarrais no menciona a la distimia como una categoría,
más bien la define como una subdepresión crónica.
Por su parte, Vallejo además de describir las
alteraciones sintomáticas de la afectividad,
añade las alteraciones sindrómicas de la misma a las que también se las
conoce como síndromes afectivos, estos consisten en conjuntos de síntomas en
los que las modificaciones del estado de ánimo ocupan un puesto central, entre
esas, el síndrome depresivo, el síndrome maníaco y el síndrome o estado mixto.
Por último Segarra muestra una sintomatología
afectiva clasificada en dos bloques:
humores y distimias encontrándose aquí una similitud con la categorización
realizada por Sarrais.
A continuación se caracterizará cada alteración con
la información condensada de los 4 autores mencionados anteriormente.
5.1 Alteraciones Cuantitativas
- Hipotimias
Caracterizado
por un descenso potencial del tono afectivo, siendo muy escasos y de muy poca
intensidad hacia las reacciones afectivas, por lo que los enfermos afectados no
dan respuestas adecuadas a la magnitud del estímulo.
- Anhedonia
Es uno de los
síntomas depresivos por excelencia y en las formas más leves puede expresarse
como una dificultad para mantener la concentración y el interés en las
actividades habituales, con lo que se aprecia una tendencia cada vez menor a
formar parte en dichas actividades.
Uriarte define a
la anhedonia como la incapacidad para experimentar placer tanto de los eventos
externos como de los internos, careciendo de la facultad para compartir el
humor del grupo o de la situación. Establece que el sujeto que presenta esta
alteración carece de sentido del humor y no parece divertirse con ninguna
experiencia o suceso, pareciendo aburrido y poseyendo baja capacidad para
percibir emociones positivas, gratificantes o placenteras, Vallejo aporta de manera
concreta que al momento de que el individuo refleja este bloqueo de la
capacidad de recompensa ante estímulos habitualmente placenteros y reforzantes,
lleva al sujeto al aislamiento o a la improductividad.
- Tristeza patológica
En la tristeza patológica o
depresión, el individuo tiende a tener una percepción negativa y degradante de
sí mismo, del mundo y del futuro. Debido a estas interpretaciones pesimistas
constantes, experimentará un gran desánimo y tristeza que le acompañará a lo
largo de cada jornada y una
característica de este tipo de tristeza es la inhibición de la
psicomotricidad que transciende tanto en la expresión de su rostro como en sus
movimientos, aunque en ciertos casos puede producirse el efecto contrario, es
decir, una agitación excesiva del afectado.
La tristeza
constituye el síntoma nuclear de la depresión, aunque también pueden expresarse
otros afectos, como la indiferencia, la apatía o la irritabilidad. Este a la vez se manifiesta a través de
situaciones normales no patológicas, ya que constituye un estado de ánimo
universal y puede presentar diferentes intensidades que oscilan desde un leve
desaliento o malestar hasta la tristeza vital más profunda y que abarca todas
las funciones psíquicas del sujeto, provocando un retardo de todo pensamiento y
acción.
Uriarte y
Sarrais comparten un mismo pensamiento de que refiere si la tristeza es tan
intensa o tan duradera que se sale de lo normal ya se considera patológica y se
derivaría el nombre de depresión.
Síntomas
- Afectivos: tristeza, angustia, irritabilidad (más en varones).
- Cognitivos: inhibición o enlentecimiento del pensamiento, ideas deliroides, ideas obsesivas (de contenido negativo), dificultad de memoria y de concentración.
- Instintivos: disminución de la libido, anorexia, insomnio, disminución del deseo de vivir (tendencias suicidas, a veces).
- Somáticos: lentitud de movimientos, molestias digestivas, cefaleas u otros dolores, postura depresiva, tono de voz apagado y lento.
- Disforia
Uriarte resume la disforia como una sensación de
malestar e irritabilidad con un estado de ánimo depresivo ansioso.
La disforia según Vallejo, es un humor
displacentero, común en ciertos estados depresivos y que engloba diferentes
emociones o sentimientos como ansiedad, malhumor, sufrimiento angustioso o
irritabilidad, por citar alguno de los más frecuentes. Todos ellos tienen en
común la tonalidad negativa o displacentera que conlleva una importante
sensación de malestar general y difuso que presentan estos pacientes. Son
pacientes sensibles a todo estímulo que se quejan amargamente, se muestran
pesimistas, irritados, enfadados, amargados y pueden presentar episodios de
agitación.
La disforia puede aparecer en diferentes
situaciones, incluso en la vida cotidiana cuando se está excitado o tenso por
un motivo concreto. No es rara su aparición en cuadros psicóticos como la
esquizofrenia o el trastorno delirante crónico, sobre todo el paranoide.
- Crisis de angustia
La angustia consiste en una sensación de
constricción, acompañada de malestar, que suele localizarse en la garganta,
epigastrio y zona precordial, que a veces el paciente vive como una sensación
de ahogo o asfixia.
Sarrais y Vallejo nos mencionan que la angustia es
un componente físico o somático, pues se acompaña de la sensación de que no hay
posibilidad de evitarla. La persona afectada por trastorno de
angustia sufre numerosas crisis de angustia de forma espontánea y por lo
general se siente preocupada por la posibilidad de sufrir crisis en el futuro.
- Ansiedad
Trastorno que se caracteriza por
producir sensaciones de preocupación o miedo, tan fuertes que interfieren con
las actividades diarias de quien las padece. (Vallejo J., 2011). El tratamiento
puede consistir en antidepresivos, ansiolíticos, terapia de exposición y
terapia cognitivo-conductual.
Cierto grado de ansiedad es incluso
deseable para el manejo normal de las exigencias o demandas del medio ambiente.
Únicamente cuando sobrepasa cierta intensidad, en los que se desequilibra los
sistemas que ponen en marcha la respuesta normal de ansiedad, o se supera la
capacidad adaptativa entre el individuo y el medio ambiente, es cuando la
ansiedad se convierte en patológica, provocando un malestar significativo, con
síntomas físicos, psicológicos y conductuales, la mayoría de las veces muy
inespecíficos.
El término
ansiedad para Sarrais implica un sentimiento de excitación y tensión interna, que se refleja más en el aparato
respiratorio y que tiene un matiz más psíquico y activador (suele producir
inquietud psicomotriz) y prepara para actuar de tal manera que se alivie esa
sensación. La ansiedad se da en situaciones en las que el sujeto puede sufrir y
pasarlo mal, por lo que es una forma de temor, aunque acompañado de la
convicción de que se puede evitar si se actúa de una manera adecuada. Por eso,
la ansiedad impulsa a la acción.
Trastorno del ánimo que se
caracteriza por un exceso de la actividad acompañada habitualmente de cierta
euforia. Afectividad excesiva, hiperfrenia y exaltación.
Caracterizadas por sentimientos
de alegría,
optimismo, satisfacción consigo mismo y con su entorno.
Alegría patológica
Se considera alegría patológica cuando se
presenta un estado de ánimo elevado sin
que exista el suceso correspondiente que lo explique, esta puede desajustar la
relación del individuo con su entorno, debido a que puede ser demasiado
optimista y creer que tiene más capacidades de las que realmente posee. Uriarte
menciona que es una característica típica del hipomaniaco, ciclotímico o
maniaco.
Para Vallejo, la alegría patológica o excesiva, adquiere relevancia clínica cuando no es adecuada a la realidad, resulta desproporcionada y se acompaña de un bienestar patológico que engloba a otras funciones psíquicas. La alegría patológica no tiene una causa aparente, tiende a reducir la capacidad de juicio, su intensidad puede llevar al consumo de alcohol y es lábil, ya que el sujeto se muestra irritable y hostil al ser contrariado
La alegría patológica representa una exaltación del humor que se caracteriza por un aumento del tono vital a todos los niveles. El paciente eufórico se muestra locuaz, optimista y satisfecho, y parece rebosar dicha y felicidad. Sin embargo, en ocasiones presenta importantes estados de tensión interna con irritabilidad ante mínimas interferencias. No es rara la coexistencia de estos dos sentimientos antagónicos, la euforia y la irritabilidad.
Hipomanía
Sarrais la define como una intensa alegría de vivir, que repercute en toda la persona en forma de gran energía y vitalidad física, ideas positivas y optimismo, autoestima y confianza en uno mismo elevadas. El sujeto sigue teniendo cierto control voluntario de sí mismo, pero con gran esfuerzo.
(Uriarte, 2013)
Manía
Sarrais puntualiza que la manía es un estado de alegría o euforia de mayor intensidad que la hipomanía, que produce en el paciente una pérdida de control de sí mismo, de su pensamiento, lenguaje y conducta. Estos pacientes refieren y muestran una desmedida y exagerada conciencia de sí mismos, de su valor, de las propias aspiraciones y objetivos personales, que les lleva a tener frecuentes conflictos con los demás y a explosiones de cólera cuando no pueden cumplir sus deseos; por consiguiente tienen una hipersensibilidad de todos sus sentidos y una hiperactividad de todas sus facultades mentales que desborda su capacidad de autocontrol y que en ocasiones les conduce al delirio de grandeza.
Uriarte delimita a la manía como una alteración afectiva que se presenta por períodos y se manifiesta por un estado de ánimo elevado, en el que predomina la euforia, exaltación e irritabilidad cuando se le lleva la contraria al individuo, ya que no acepta críticas.
Entre las características más sobresalientes durante este periodo se menciona: el sujeto se vuelve más indiscreto, impertinente, imprudente, hiperactivo, verborreico, con fuga de ideas, agitación psicomotora y la falta de concentración.
Hipertimias Displacenteras
Sentimiento de
tristeza inmotivada o desproporcionada, donde el paciente intenta relacionarlo
con las circunstancias e intenta justificarlas. Asociado casi siempre con la
angustia acompañada de repercusiones somáticas como opresión en el pecho y en
la garganta.
Uriarte por su parte, define a la depresión como una
condición emocional caracterizada por un estado de ánimo abatido, lúgubre,
sensación de congoja, pena, pesadumbre, malestar, desesperanza, tendencia al
llanto, etc. Existe perdida de interés y de placer para disfrutar las
actividades cotidianas.
El paciente con depresión suele presentar ideas
exageradas de inutilidad, pobre autoestima, autocompasión y culpa, piensa que
no merece nada en la vida, exagera sus fracasos y se autoreprocha hasta sus
mínimos errores. Así como también le surgen pensamientos de muerte, suicidio y
enfermedad.
La desmoralización o también llamado ´´complejo de
desahucio´´, Uriarte la considera como una condición de disestres general con
una percepción subjetiva de incompetencia. En el paciente desmoralizado la
motivación como el impulso para realizar cosas están íntegros, aunque la falta
de confianza y desesperanza le abaten la iniciativa. El desmoralizado se percibe menos competente
y con menor capacidad de control de su destino, aunque puede continuar intentando
ser más competente y tener más control sobre las cosas.
5.2 Alteraciones Cualitativas
Vallejo
la define como emociones no adecuadas a los estímulos que las producen, pues
son contrarias o quedan al margen de las que deberían ser normales. Este
distanciamiento de la normalidad puede consistir en alteraciones tanto de la
intensidad como de la cualidad del afecto.
Para Vallejo la alexitimia puede definirse como la incapacidad para percibir sentimientos o expresar e identificar los propios. Actualmente se considera un concepto más amplio que se corresponde con las siguientes cuatro características: a) incapacidad para identificar los sentimientos y dificultad para diferenciar dichos sentimientos de sensaciones físicas; b) incapacidad para expresar, comunicar o describir sentimientos; c) vida fantástica empobrecida con dificultades para construir conceptos abstractos, y d) pensamiento operativo (es decir, tendencia a realizar descripciones detallistas repletas de datos superfluos, pero ausentes de contenido emocional o personal).
Falta de términos para explicar las emociones o la dificultad para verbalizar y comunicarlas. Uriarte añade que las manifestaciones emocionales de estas personas pueden ser prominentes, de modo que ante un sentimiento que no consiguen describir pueden aparecer manifestaciones psicosomáticas, a menudo solo expresan quejas corporales sobre sus sentimientos y por lo tanto es frecuente que acudan a varios médicos para su tratamiento.
Ambivalencia emocional o afectiva
Emociones distintas pueden sobreponerse frente a una situación o persona. Se puede temer a un suceso y a la vez desearlo, podemos odiar, temer y amar a la vez a una misma persona. (Uriarte, 2013)
Vallejo denomina a la ambivalencia de sentimientos la coexistencia de sentimientos positivos y negativos con respecto a un mismo objeto, contenido vivencial o representación. La ambivalencia es un síntoma inespecífico que puede aparecer en diferentes situaciones, tanto normales como patológicas, incluyendo trastornos de personalidad, sujetos inmaduros, trastornos de ansiedad o depresiones (no confundir con la indecisión como síntoma afectivo), e incluso puede aparecer en cuadros psicóticos como la esquizofrenia.
Disociación ideoafectiva
En este caso, Uriarte valora la coherencia de la expresión emotiva del sujeto; puede existir una disociación entre lo que manifiesta y la emoción misma, y por lo tanto su estado de ánimo no es congruente con lo que comunica mímica o verbalmente. Por ejemplo: cuenta sonriendo que mataron y torturaron a su familia.
Distimia
Sarrais define a la distimia como una alteración del humor que puede ser de dos tipos: por un humor básico disminuido o por un humor básico aumentado. Su importancia se considera importante debido a que son los síntomas de las enfermedades afectivas o del humor (depresión, trastornos de ansiedad y trastorno bipolar), que son las enfermedades mentales de mayor incidencia.
Por otro lado, Uriarte menciona que se trata de una subdepresión crónica, con trastornos en el apetito, insomnio o hipersomnia, anergia, baja autoestima, problemas de concentración mental, indecisión o desesperanza. No llega a tener los síntomas tan graves de la depresión mayor y nunca tiene alucinaciones ni ideas delirantes.
Incongruencia emocional
De acuerdo a Vallejo existe inadecuación afectiva cuando las emociones del sujeto no se corresponden de un modo natural con el contenido de sus vivencias, incluyendo la conciencia de sí mismo y su entorno; por ejemplo, un paciente explica que está siendo maltratado de diversas maneras y al mismo tiempo que lo explica se ríe de una manera incontrolada.
En este ejemplo la respuesta afectiva del paciente no parece apropiada al contexto situacional en el que se desarrolla. Es un síntoma que se observa con relativa frecuencia en pacientes esquizofrénicos y en trastornos orgánico cerebrales aunque es excepcional su aparición en síndromes afectivos primarios como cuadros depresivos o maniformes.
Al valorar este síntoma se debe diferenciar entre la vivencia afectiva y la expresión externa de ésta. Por ejemplo, en la esquizofrenia residual se aprecia una inadecuación afectiva en ambos niveles, mientras que algunos cuadros orgánicos con afectación del SNC presentan una inadecuación afectiva con alteraciones en la expresión externa de la misma, como ocurre en los paroxismos de risa incontrolada que pueden aparecer en la patología seudobulbar.
Incontinencia afectiva o emocional
Sarrais lo denomina como una forma de labilidad emocional extrema que sin motivo aparente lleva al llanto. Es típica de las demencias y de la esquizofrenia hebefrenica, cuando el funcionamiento mental se ha desorganizado a causa de una alteración grave del cerebro.
Según Vallejo esto se denomina así a la falta de control afectivo, existiendo estados afectivos o emociones que surgen de modo exageradamente rápido, que alcanzan una intensidad excesiva y que no pueden ser dominados (Scharfetter, 1988). Por esta causa, afectos o estímulos muy superficiales motivan intensas emociones que se manifiestan en la mímica y la gesticulación. Por ejemplo, un sujeto al que se le pregunta el nombre de un familiar cercano y comienza a llorar desconsoladamente, apreciándose durante la entrevista dificultades en el control de la afectividad, con reacciones de intensidad o duración excesivas.
El sujeto no puede controlar sus emociones, las expresa directa e inmediatamente y con toda energía. Comúnmente aparece en casos de demencia, lesiones del lóbulo frontal y personalidad limítrofe. (Uriarte, 2013)
Indiferencia afectiva
Para Vallejo consiste en la carencia o pérdida de la capacidad de presentar respuestas afectivas o flexibilidad y modulación de las emociones, así como en la indiferencia emocional. Son personas frías, insensibles, indiferentes e incapaces de involucrarse emocionalmente en sus actos. Se debe diferenciar de la rigidez afectiva, ya que son personas que carecen de sentimientos, mientras que los sujetos rígidos a nivel afectivo presentan sentimientos o emociones persistentes que no son capaces de modular.
No
es infrecuente que se acompañe de apatía, indiferencia y falta de reactividad emocional. La frialdad afectiva
puede aparecer en diferentes situaciones como en los trastornos de personalidad, en pacientes con trastornos
por uso/abuso de sustancias
tóxicas, en las esquizofrenias residuales y en sujetos con síndromes psicoorgánicos. Algunos fármacos,
sobre todo los antipsicóticos, pueden producir este
efecto que no se debe confundir con una característica clínica previa del paciente.
Labilidad emocional
Tanto Uriarte como Vallejo refieren la labilidad emocional como una variación continua en el estado de ánimo, sin el estímulo apropiado. Del llanto se pasa a la alegría. Se presenta en la manía, el delirium, lesiones del lóbulo frontal y demencias; se le asocia con la incontinencia emocional.
La labilidad emocional dura casi siempre poco tiempo (segundos-minutos), aunque puede reaparecer varias veces en el mismo paciente. Este síntoma puede aparecer en síndromes afectivos (depresivos, maníacos o disfóricos), en pacientes con enfermedades orgánicas (generalmente con afectación del SNC), en sujetos infantiles-inmaduros y en otras afecciones como los episodios psicóticos agudos. La aparición de labilidad emocional y de incontinencia afectiva en el mismo paciente es típica de ciertos trastornos orgánico- cerebrales como la epilepsia, las demencias o los cuadros seudobulbares. (Vallejo, 2011)
Neotimia
Este término se refiere a sentimientos de nueva aparición como, por ejemplo, un estado de éxtasis caracterizado por un sentimiento de bienestar importante. Las neotimias también incluyen ciertos estados crepusculares, así como reacciones explosivas de furor, y el estupor emocional que se produce bajo emociones muy intensas como la ira o la tristeza (Segarra y cols., 2001). Las neotimias se pueden clasificar como estados afectivos de excepción, ya que la carga afectiva es de tal intensidad que apenas se llega a una configuración individual de la reacción a través de la personalidad.
Rigidez afectiva.
De acuerdo a Uriarte en esta condición el sujeto no se desprende con facilidad de un estado emocional y permanece más de lo normal bajo dicha influencia; por eso se la ha llamado también viscosidad o adherencia emocional. La atrofia cerebral difusa de cualquier origen (enfermedad de alzheimer, de Pick, corea de Huntington, epilepsia o demencia multiinfarto) altera la vida emocional y el sujeto se adhiere a una idea que está unida a un estado emocional, rigidizando su afecto, de manera que se torna viscoso, adherente y muy prolongado.
Para Vallejo la rigidez afectiva es la pérdida de la capacidad de modulación afectiva. El paciente tiene sentimientos y emociones fijas y persistentes que no se modulan o varían según las circunstancias externas. La rigidez afectiva puede aparecer en ciertas formas de esquizofrenia, en manías crónicas, en manías agudas irritables, en trastornos psicóticos persistentes de tipo paranoide, en algunos depresivos y en pacientes con síndrome psicoorgánico.
ALTERACIONES SINDRÓMICAS DE LA AFECTIVIDAD
Síndrome depresivoPara Vallejo, el síndrome depresivo constituye un trastorno de la afectividad caracterizado por una disminución global del estado de ánimo y que se manifiesta en diferentes planos, tanto psíquicos como somáticos. Es un conjunto de síntomas que identifican un estado de humor dominante de tonalidad triste, pesimista o sombría, y de naturaleza diversa.
En los síndromes depresivos más leves los pacientes se sienten culpables de su estado y se reprochan no esforzarse por mejorar. En otros cuadros de mayor intensidad los pensamientos de culpa pueden adquirir características sobrevaloradas o delirantes.
El paciente depresivo se muestra pesimista y pierde interés por su entorno o futuro. El tiempo transcurre muy lentamente e incluso se detiene. Puede aparecer llanto como expresión de este malestar emocional, pero en ocasiones el paciente se queja de no poder llorar.
Síndrome maníaco
A diferencia del síndrome depresivo, el síndrome maníaco constituye una exaltación de las funciones vitales caracterizadas por un estado de ánimo hipertímico o aumentadas. Aquí la alegría no es normal, sino patológica, e invade todas las funciones psíquicas. Según el DSM V el estado de ánimo de un paciente maníaco no siempre es alegre o eufórico, también puede ser expansivo o irritable. Los pacientes maníacos presentan una importante sensación de bienestar, se sienten superiores y predominan en ellos los sentimientos autoexpansivos y de omnipotencia. En ocasiones, aparecen neotimias, por las que se creen especiales o elegidos para convertirse en modelos del resto de la humanidad.
No es rara la presencia de síntomas disfóricos, sobre todo al inicio del cuadro clínico (Post y cols., 1989), así como también pueden aparecer síntomas depresivos. Son pacientes con tendencia a la verborrea y a los que les cuesta interrumpir durante su discurso.
Durante un síndrome maníaco pueden aparecer alteraciones cognoscitivas, sobre todo en cuanto a la atención y a la concentración, que se traducen en aparentes déficits amnésicos. El aspecto del paciente maníaco es característico, ya que se trata de pacientes con ropas vistosas y coloridas que suelen maquillarse o arreglarse en exceso. En ocasiones, descuidan el aspecto personal y portan combinaciones de ropas bizarras o extravagantes.
Síndrome o estado mixto
Vallejo de una forma general, define los estados mixtos como un estado en el que coexisten, simultáneamente, síntomas depresivos y síntomas maníacos. Estos son también denominados manía mixta o manía disfórica.
La alteración del estado de ánimo es lo suficientemente grave como para provocar deterioro laboral o en las relaciones con los demás, provocar la hospitalización o la existencia de síntomas psicóticos (DSM IV).
El paciente puede presentar un cuadro de inquietud psicomotriz, verborrea, taquipsiquia, disminución de la necesidad de sueño, síntomas disfóricos, síntomas ansiosos, labilidad emocional, desesperanza, pesimismo, sensación de malestar, ideas de culpa e inutilidad, así como ideas de muerte. Las ideas autolíticas constituyen un síntoma relevante en estos estados mixtos, ya que presentan un alto riesgo de suicidio.
Segarra denomina estado mixto a los cuadros en los que aparecen conjuntamente síntomas del trastorno bipolar y del trastorno depresivo, cumpliéndose concurremente criterios diagnósticos tanto como para un episodio maníaco como para un episodio depresivo mayor. En los estados mixtos el paciente aparece afectado por un cuadro de inquietud psicomotora, tendencia a la hiperactividad y verborrea, taquipsiquia y taquifasia, insomnio de todas las fases, disforia, ansiedad, labilidad afectiva así como ideas de muerte o suicidios.
OTRAS ALTERACIONES DE LA AFECTIVIDAD
Vallejo especifica que la apatía se ha definido clásicamente como la ausencia o pérdida del sentimiento, de las emociones y del interés. Sin embargo, esta definición era confusa y plantea dudas con otros conceptos. Por ello, actualmente la apatía se refiere fundamentalmente a la falta de motivación, siempre y cuando dicha falta de motivación no se pueda relacionar con una disminución del nivel de conciencia, déficit intelectual o distrés emocional. La apatía traduce una indiferencia patológica.
Abulia
La abulia para Vallejo consiste en la impotencia para hacer obrar la voluntad, tomar una decisión o cumplir un acto deseado y reconocido necesario por el sujeto. Se relaciona con un trastorno de la voluntad y se observa en los pacientes que estando plenamente conscientes no son capaces de iniciar, comunicar o regular conductas dirigidas a un propósito. Puede aparecer en algunas depresiones, en trastornos psicóticos, sobre todo con predominio de síntomas negativos, y en trastornos orgánico-cerebrales. La apatía y la abulia pueden constituir una continuidad patológica en la que la segunda represente el lado más extremo.
Aprosodia
La aprosodia es el término usado por Vallejo para los trastornos del lenguaje afectivo, es decir, prosodia y modulación emocional, que surgen en pacientes con trastornos mentales orgánicos que afectan a las estructuras centrales implicadas en el lenguaje. Generalmente consisten en trastornos del lenguaje afectivo que aparecen en pacientes con lesiones del hemisferio derecho.
Humores
El
humor maníaco o hipertímico consiste en una variante patológica del humor caracterizada
clínicamente por una elevación del estado de ánimo o euforia, aceleración
del curso del pensamiento (taquipsia) e hiperactividad psicomotora. La manía
caracteriza el denominado trastorno bipolar tipo I (manía con o sin depresión mayor). (Segarra, 2001)
Humor irritable
Segarra recalca que si bien este humor aparece asociado a la mayor parte de los trastornos afectivos como un síntoma acompañante, algunos autores piensan que el humor irritable debe considerarse como un trastorno anímico con entidad propia.
Snaith y Taylor definen la irritabilidad como un estado afectivo primario caracterizado por una disminución del control volitivo sobre el propio temperamento, que deriva en una conducta verbal irascible o en estallidos de agresividad física durante los cuales el humor o estado de ánimo no tienen por qué presentar alteraciones significativas.
Humor ansioso
Segarra esclarece que al hablar de humor ansioso se está refiriendo a una tendencia a lo largo del tiempo, quizás durante toda la vida, de enfrentarnos a las vicisitudes existenciales con un excesivo grado de ansiedad, lo cual tiene que ver con ciertas variables predisponentes vinculadas al carácter y a la personalidad. En estos pacientes la ansiedad no suele relacionarse con desencadenantes específicos, siendo en la mayoría de las ocasiones “anobjetal” desde el punto de vista consciente y recibiendo el apelativo de ansiedad libre o flotante.
Psicosis esquizoafectiva
Segarra
aclara que el término psicosis esquizoafectiva ha sido usado para aquellos trastornos clínicos ubicados a medio
camino entre lo que hoy denominamos esquizofrenia
y trastornos bipolares. Sin embargo con los datos recogidos hasta la fecha por varios autores, parece claro
que los trastornos esquizoafectivos, bien sean
de tipo bipolar o de tipo depresivo, no son fruto de la concurrencia en un mismo paciente de una
esquizofrenia y de un cuadro bipolar. El
diagnóstico debe establecerse
basándose en un exhaustivo análisis fenomeonológico de los síntomas presentes durante la crisis, y
en un seguimiento longitudinal y biográfico del
paciente.
Link de la película: http://pepitos.tv/peliculas/helen
Caso película: Helen
Narra la historia de una mujer, una
profesora de gran talento, con una profunda depresión, que tras años de
cuidados comienza a intentar valerse por sí misma en casa de la familia de una
adolescente desaparecida.
CONCLUSIONES
Como resultado de la indagación realizada sobre el tema, podemos concluir que las emociones y el estado de ánimo son eventos de carácter psicológico que resultan complejos para analizar objetivamente. A su vez ejercen una gran influencia sobre otros procesos de nivel fisiológico o patológico.Los enfoques existentes para el estudio de la afectividad, dotan conceptualizaciones globalizadas acerca de la afectividad desde distintos puntos de vista, sin embargo, existe cierto grado de similitud en la manera de abordar la afectividad.
La afectividad cumple un rol importante en la adaptación del individuo constituyendo modalidades de reacción del mismo frente al mundo, por tal motivo se consideró fundamental abordar las alteraciones de la afectividad desde la perspectiva de distintos autores para esclarecer las características de las mimas y de qué manera estas afecciones pueden influir en la vida del sujeto.
RECOMENDACIONES
Es recomendable
estudiar e investigar de manera profunda sobre las alteraciones de la
afectividad, para llegar a generar más conocimientos y poseer buenas bases al
momento de diagnosticar y brindar un tratamiento.
Se recomienda no
diagnosticar directamente al sujeto sin tener una instrucción previa, la falta
de experiencia y conocimiento puede causar un perjuicio, más no un beneficio. Es fundamental fomentar la educación emocional como un aspecto necesario para un correcto desenvolvimiento del sujeto en el ambiente y para el manejo adecuado de las emociones de acuerdo al contexto y a lo que la situación le demande.
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